La elección de Robert Prevost como sucesor de Pedro ha despertado atención dentro y fuera de la Iglesia católica. No solo por tratarse de un perfil poco conocido por los medios, sino porque llega en un momento de tensiones internas y crisis internacionales. Su formación académica, experiencia misionera y liderazgo pastoral son elementos muy favorables en este momento donde se requiere seguir teniendo puentes entre tradición y renovación. En este texto exploraremos el contexto en el que estamos, las claves para entender su elección, los primeros gestos de su pontificado, algunos de los retos que enfrenta y el modo en que podría asumirlos con el bagaje de toda su experiencia.
Contexto eclesial y geopolítico
Como hemos comentado en el anterior artículo sobre el legado de Francisco I, los Pontificados solo se entienden con las gafas de continuidad, no de la disrupción. La Iglesia católica tuvo un hito histórico con el Concilio Vaticano II y se han dado pasos progresivos con Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco I.
En particular, Francisco I dejó una Iglesia más abierta al diálogo y esto ha suscitado fuertes tensiones internas. Por otro lado, puso en marcha una serie de reformas internas a la Curia y dejó muy buenas bases en lo que respecta a atender los escándalos de abusos; sin embargo, hace falta profundizar y ampliar las medidas de transparencia y colegialidad en la toma de decisiones.
Todo esto sucede en medio de un contexto geopolítico convulso. Para 2025, el mundo sufre por varios frentes abiertos: el conflicto en Medio Oriente, la guerra Rusia-Ucrania, las tensiones en el lejano Oriente, guerrillas en varios países africanos… Las migraciones masivas debidas a la pobreza, la inestabilidad política y el cambio climático plantean fuertes retos éticos para la Iglesia. Al mismo tiempo, crecen tensiones religiosas y de hecho en algunos lugares los cristianos son fuertemente perseguidos. Para afrontar todo ello se requiere de un pastor cercano, líder fuerte y con experiencia en gobierno.
Cónclave 2025
Aunque la lucidez intelectual y la fuerza espiritual de Francisco se mantenía muy vigente, es un hecho que su salud física iba declinando poco a poco debido a su edad avanzada. Y fue en el invierno de finales de 2024 e inicios de 2025 que le dio algún resfriado que se complicó al punto de tener que se ingresado al hospital y pasó ahí más de un mes. Fue dado de alta el 23 de marzo, pudo pasar la Semana Santa en el Vaticano y dio su última bendición Urbi et Orbi el domingo de Pascua 20 de abril, dando el paso a la vida eterna en la mañana del lunes 21 de abril.
La noticia cayó como un rayo y los ojos del mundo se volcaron hacia Roma durante 3 semanas. Primero recordando los diversos momentos icónicos de la vida del Papa Francisco, luego la celebración de su funeral y finalmente la convocatoria al cónclave y la llegada de los 133 cardenales de todas las partes del mundo para elegir al futuro Obispo de Roma.
La lista de candidatos principales reflejaba una variedad de posturas. Entre los nombres más sonados figuraban los cardenales Luis Antonio Tagle de Filipinas, figura cercana a Francisco y símbolo de una Iglesia más carismática; Matteo Zuppi de Italia, conocido por su labor social; y Pietro Parolin, ex secretario de Estado, representante de la diplomacia vaticana.
También se mencionaban prelados de línea más tradicionalista: el guineano Robert Sarah, referente en temas sacramentales; el húngaro Peter Erdo, símbolo de la teología tradicional y el estadounidense Raymond Burke, conocido por estar a favor de la misa en latín y ser “el candidato de Donald Trump”.
Cada uno de ellos representa una corriente eclesial diferente, desde los partidarios de profundizar la apertura de la Iglesia hasta los defensores de la ortodoxia tradicional.
Había también algunos nombres que sonaban como posiciones intermedias: el italiano Pierbattista Pizzaballa, patriarca de Jerusalén; el español Ángel Fernández, pro-prefecto del Dicasterio para la vida consagrada y el estadounidense-peruano Robert Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos.
He de decir que yo visualicé que podría ser Prevost quien podría juntar la mayoría necesria de los votos. Pizzaballa y Fernández son muy jóvenes, tienen 60 y 64 años respectivamente. Vi que Prevost además de tener una edad intermedia y de poder aglutinar “automáticamente” los votos de los cardenales estadounidenses y latinoamericanos, era también conocido por los otros cardenales porque estuvo 2 periodos como prior general de los agustinos (2005-2011), porque moderó el último Sínodo sobre la sinodalidad y porque tenía contacto con los cardenales para el nombramiento de obispos en sus respectivas demarcaciones.
Formación y experiencia de Robert Prevost
Robert Francis Prevost nació en 1955 en Chicago, EUA y tiene una formación académica poco común: se graduó en Matemáticas en la Universidad de Villanova (Pensilvania) antes de ingresar a la orden de San Agustín. Posteriormente continuó estudios eclesiásticos en Roma, donde obtuvo la licenciatura en Teología y el doctorado en Derecho Canónico. Estos estudios le otorgan un perfil intelectual riguroso.
Como miembro de los agustinos, Prevost vivió su ministerio dedicado a su comunidad religiosa y a la misión encomendada. Tras su ordenación como sacerdote en 1982, fue enviado como misionero a Perú, donde trabajó en la evangelización de comunidades marginadas y también en la formación de seminaristas. Su larga estancia en América Latina le permitió conocer de cerca las necesidades pastorales en las “periferias geográficas y existenciales”.
Prevost ascendió rápidamente en la jerarquía eclesiástica. A los 46 años fue elegido prior general de los agustinos, promoviendo la renovación espiritual y misionera de la orden. Fue elegido por 2 periodos, durando en el cargo de 2001 a 2013, conviviendo así con 3 Pontífices: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Fue este último quien lo nombró obispo de Chiclayo (Perú), cargo que desempeñó hasta 2023.
Ese año fue llamado a Roma para ejercer simultáneamente como prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina; desde esos cargos participó en las asambleas del Sínodo de la Sinodalidad (2023-2024), consolidando su imagen dialogadora y prudente. Estos últimos años le dieron experiencia en el gobierno central de la Iglesia, con lo que se ganó la confianza de diversos sectores vaticanos, al ser un líder capaz de generar consensos.
Primeras señales
Desde el inicio de su pontificado, León XIV ha dado muestras de tradición y sencillez. En su primera aparición tras la proclamación del “Habemus Papam” salió con los tradicionales ornamentos papales, en su primer domingo entonó a capela el Regina Coeli y dio la bendición apostólica en latín. Todo ello, es visto con buenos ojos por el sector “conservador” o mejor podríamos decir “institucionalista”.
Por otro lado, ha dado fuertes puntos de continuidad con el Papa Francisco no solo en la cercanía pastoral, sino en la doctrina expresada en Evangelii Gaudium con respecto a la misionalidad, colegialidad y sinodalidad de la Iglesia, el diálogo valiente con las diferentes realidades del mundo contemporáneo, así como el cuidado amoroso de los débiles y descartados. Todo esto en sintonía con el sector “liberal” o mejor podríamos decir “carismático”.
En su primer mensaje al mundo como Papa resaltó la importancia de la oración y la misión: subrayando que la evangelización debe ir unida a la intercesión constante. Ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, León XIV pidió rezar por la paz mundial y por las comunidades más vulnerables, como aquellas que sufren por las guerras. Con respecto al gobierno de la Iglesia, por lo pronto ha ratificado los cargos en la Curia vaticana. Se esperan cambios, pero de forma gradual.
Retos y cómo veo su posible actuación
1. La principal misión de la Iglesia es la evangelización, es decir llevar a todo el mundo el mensaje de Cristo: Dios es amor, nos ama y nos invita a amar. El catolicismo está declive fuerte en Europa, se mantiene en América y va creciendo en África y Asia. Las vocaciones a la vida religiosa han disminuido, pero hay ciertos movimientos que han crecido y se han expandido en diferentes espacios de misión.
Visualizo que el Papa León XIV será un papa muy orante y misionero. Siguiendo la tradición de sus antecesores y por la edad que tiene, creo que podrá ser el 2° Pontificado con más viajes; tanto a lugares multitudinarios, así como a lugares donde los cristianos son una minoría. Con la fuerza de la oración y “haciendo sinergia” con las órdenes y congregaciones, creo que se puede dar una primavera en las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal. Los cardenales religiosos, como el salesiano Ángel Fernández Artime, creo que jugarán un rol importante.
Después de la JMJ 2027 en Corea del Sur, veo viable que el Papa pueda proponer una JMJ en México para 2030 o 2031 en el marco de los 500 años del acontecimiento guadalupano y una JMJ para 2033 en Tierra Santa o en Roma en el marco de los 2000 años del misterio de la Redención.
2. Uno de los grandes desafíos internos es gestionar las tensiones internas persistentes entre distintos sectores de la Iglesia. En los últimos años han surgido facciones contrapuestas. El reto del Pontífice, como su nombre lo indica, es tender puentes. Y el primer círculo es al interior de la Iglesia católica.
Veo que el Papa León XIV cuidará mucho sus palabras para no dar espacio a la ambigüedad. Marcará claridad doctrinal para aquellos que quieran proponer novedades (como el camino sinodal alemán y belga) y creo que permitirá de nuevo la misa tradicional en latín, volviendo más al motu propio Summorum Pontificum de Benedicto XVI. Con esto considero que se calmarán los cardenales renuentes al Papa Francisco por plantear sus Dubia, como Raymond Burke y Robert Sarah.
3. Otro de los retos importantes es la unidad de los cristianos. Los últimos Papas han dado pasos de diálogo hacia las Iglesias orientales. Algunas se han reintegrado jurídicamente en el seno de la Iglesia católica bajo el concepto de Iglesias sui iuris. El diálogo está en marcha con la Iglesia ortodoxa (con los diferentes patriarcas) y algunas Iglesias protestantes (anglicana y luterana).
Creo que Papa León XIV seguirá con el ejemplo de sus antecesores, teniendo el faro orientador de la Unitatis redintegratio del Concilio Vaticano II. El Papa es un conocedor de la Teología y del Derecho canónico. Su capacidad de diálogo y mediación podría traer avances relevantes en este aspecto. Y ya hay un signo muy fuerte: ha confirmado el viaje a Turquía, que habían preparado el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé de Constantinopla, para celebrar los 1700 años del Concilio de Nicea. El cardenal Pierbattista Pizzaballa creo que será excelente embajador en estos diálogos.
4. Otro de los retos es la reforma en la gestión de la Curia vaticana. Profundizar las medidas de transparencia, vigilancia y castigo en lo que concierne a los abusos sexuales y mal uso de las finanzas vaticanas.
Creo que para la gestión de la Curia propiciará una mayor coordinación entre los Dicasterios y oficinas. Tolerancia cero a abusos sexuales y malversación de fondos. Al haber sido superior general de un instituto religioso sabe sobre los dineros… de dónde vienen y a dónde van. Espero que ponga más orden en estas cuestiones, con la estrategia y discreción que esto implica. Dando un mayor papel a los laicos y a las mujeres, en sintonía con los últimos Papas, especialmente Francisco.
5. Un reto importante será el rol internacional que tomará el Estado vaticano frente a los diferentes conflictos en el mundo. Con Juan Pablo II, el Vaticano recuperó su influencia geopolítica. Benedicto XVI no la utilizó mucho y Francisco la retomó.
Es de esperarse que con la experiencia en gobierno que tiene, el Papa León XIV posicione al Estado vaticano y su diplomacia como una plataforma de diálogo y mediación entre las partes. La guerra Rusia-Ucriania, la crisis permanente en Medio oriente, el grave conflicto inminente entre China-EUA serán espacios donde el Papa (por su nacionalidad estadounidense y experiencia hispanoamericana) tendrá mucho qué aportar de forma directa e indirecta. El cardenal Christopher Pierre aquí podría contribuir con su amplísima experiencia diplomática.
6. Otro reto mayúsculo que enfrenta la Iglesia católica es la relación con las otras religiones. Es ampliamente conocida la apertura que dio Juan Pablo II y que luego profundizó Francisco. Con el judaísmo, el hinduismo y el budismo no hay mayores complicaciones; sin embargo, con el Islam sí las hay: porque donde la sharía (es decir, la ley islámica) se quiere imponer o se impone, los cristianos son perseguidos y hasta martirizados.
Ya hemos dicho que el Papa León XIV es un dialogador. Creo que apoyará el diálogo interreligioso, pero marcando fuertemente la identidad cristiana, como prefigura Nostra Aetate del Concilio Vaticano II. Creo que con líderes musulmanes no firmará declaraciones conjuntas como hizo Francisco, sino que tratará de llegar acuerdos de respeto a la libertad religiosa y de protección a los cristianos, en aquellos lugares del mundo donde son perseguidos. El cardenal indio George Jacob Koovakad creo que prestará sus buenos servicios con la experiencia y fuerza de juventud que tiene.
7. Finalmente, otro aspecto importante es el posicionamiento de la Iglesia en temas sociales y ambientales. Las declaraciones y escritos del Papa Francisco algunos los interpretaron muy en línea con “el globalismo” o “la izquierda”. Y aunque ciertamente el Evangelio de Jesús siempre rompe nuestros esquemas, es necesario considerar que las estructuras gubernamentales y empresariales tienen tiempos lentos de transformación.
Estoy convencido que Papa León XIV dará continuidad a la Doctrina Social de la Iglesia, que trata una variedad de temas como la familia, la educación, el trabajo, la economía, la ecología, la política nacional e internacional… Considero que el Papa cuidará sus palabras para no causar resquemores: dará el mensaje cristiano, pero sin querer imponer una visión de política, la cual corresponde asumir a cada Estado soberano; por ejemplo, en cuestiones de recepción de migrantes.
Por otro lado, espero que de continuidad a iniciativas que el Papa Francisco institucionalizó como Scholas Ocurrentes, la Plataforma de Acción Laudato Si y la Fundación Economía de Francisco. Ojalá los líderes de dichos movimientos que se han “estructurado” logren prestar un servicio fiel a la Iglesia, en sintonía con el Papa. Quizá sin eventos estelares, sino trabajo paciente en los diversos territorios.
Conclusión
El nuevo pontificado se perfila con un estilo pastoral cercano, que retoma la tradición en lo litúrgico-ritual, resaltando la oración contemplativa. León XIV combina la austeridad personal de Francisco con el rigor teológico-disciplinar de Benedicto XVI y el vigor misionero de Juan Pablo II.
El Papa se sabe y se quiere acompañado del Colegio cardenalicio, de los Obispos y de todo el Pueblo de Dios. El diálogo permitirá que las partes se sientan escuchadas, pero no por ello sus posturas sean aprobadas. Se visualiza que, por su talente metódico, se podrán profundizar las reformas antes señaladas. La sinodalidad y colegialidad es el rumbo trazado para caminar…
Un reto sin duda, pero con lo cual la Iglesia católica podrá ser “signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” como lo expresa el primer punto de la Constitución dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II.
Demos gracias a Dios por el sucesor de Pedro que ha escogido el Colegio cardenalicio a la luz del Espíritu Santo. Pidamos que el nuevo Obispo de Roma, primado en la caridad, sea fiel siervo de los siervos de Dios. Confirmando a sus hermanos en la fe que tenemos en Cristo Jesús, quien es Luz de Luz, verdadero Dios y verdadero hombre.