Introducción
El mundo contemporáneo está inmerso en una transformación tecnológica sin precedentes que redefine las estructuras económicas y sociales. La irrupción de las diferentes olas de la Revolución Industrial -que van desde la mecanización (siglo XIX), la electrificación y producción en masa (primera mitad de siglo XX), la informática y electrónica (segunda mitad de siglo XXI), la digitalización, biotecnología e inteligencia artificial (siglo XXI)- han representado impactos positivos y negativos en la organización productiva y también en la sociedad entera.
Esta dinámica se puede entender bajo el concepto de “destrucción creativa”, acuñado por el economista austro-estadounidense Joseph Schumpeter, que describe el proceso por el cual las innovaciones tecnológicas reemplazan a industrias antiguas, desplazando a las personas ocupadas en dichas industrias (es decir, generando desempleo), al tiempo que generan nuevas oportunidades y empleos en otras áreas. En este contexto, autores como Andrés Oppenheimer en sus libros “Crear o morir” (2014) y “Sálvese quien pueda” (2018) subrayan la necesidad de adaptarse a los cambios para no quedar relegados.
Desarrollo
Las consecuencias de los avances tecnológicos son profundas, especialmente en el mercado laboral. Oppenheimer señala en “Sálvese quien pueda” que la automatización está eliminando empleos tradicionales en sectores como la industria automotriz, el transporte y al sector bastante amplio de los servicios (incluyendo atención al cliente, empleos administrativo-contables, incluso los ámbitos de seguridad, medicina y educación).
Sin embargo, esta disrupción va más allá del empleo. En el ámbito educativo, Oppenheimer critica que el sistema actual no prepara a los estudiantes para adaptarse a un mundo en constante cambio, lo que podría crear una brecha insalvable entre quienes tienen acceso a una formación tecnológica avanzada y quienes no. En la cuestión sanitaria, las innovaciones como la medicina personalizada y biotecnología prometen ralentizar el envejecimiento y elevar las capacidades humanas, lo cual ampliará seguramente las desigualdades sociales ya existentes en la actualidad.
Ante estas transformaciones, Oppenheimer propone en “Crear o morir” fomentar una cultura de la innovación, que no tenga miedo al fracaso, que priorice el pensamiento crítico-creativo y la formación en habilidades tecnológicas. Algunos de los casos de éxito que se presentan para ejemplificar cómo la creatividad es clave para el progreso son los siguientes:
- Salman Khan y Khan Academy: Salman Khan, un ingeniero empezó a grabar tutoriales en video para sus primos y los subió a YouTube. Estos videos, que explicaban temas de matemáticas y ciencias, rápidamente ganaron popularidad. Posteriormente diseñó toda una plataforma virtual no solo con videos, sino con ejercicios en múltiples asignaturas y niveles, desde el básico hasta el universitario. Apuntando a la transformación de las escuelas, en donde los alumnos puedan consultar el material antes de asistir a clase y que las clases sean más dinámicas (no para repetir ni solo memorizar), planteando dudas y resolviendo en conjunto.
- Jordi Muñoz y 3D Robotics: Jordi llegó como migrante y gracias a su curiosidad y a compartir con sus amigos, empezó con la idea de manufacturar drones no militares y a costo accesible. Las aplicaciones que han tenido en diferentes ámbitos han permitido revolucionar sectores como la agricultura, haciéndola más eficiente.
- Rafael Yuste y el proyecto Brain: Rafael Yuste es un neurocientífico español que trabaja en los Estados Unidos y uno de los principales referentes del Proyecto Brain, altamente financiado por el gobierno de EUA, con el objetivo de mapear el cerebro humano y desarrollar tecnologías capaces de interpretar e influir en sus procesos. Los avances en neurociencias, podrían tener impactos significativos para mejorar la salud física y mental de las personas. Pero un riesgo es la manipulación en ciernes que se podría dar -y quizá ya se está dando- sobre lo que piensan las masas.
En un mundo donde el coste marginal de producir tecnología se acerca a cero, repensar la el sistema educativo y laboral es muy necesario para propiciar que los beneficios del progreso lleguen a todos y no solo a unos cuantos (Rifkin, 2014).
Conclusión
Oppenheimer sugiere transitar hacia un modelo educativo que fomente el aprendizaje continuo, conocimientos en cuestiones tecnológicas, pero sobre todo habilidades como la adaptabilidad, el pensamiento crítico-creativo y la colaboración interdisciplinaria.
Sin embargo, es probable que las nuevas tecnologías ocasiones desempleo masivo de personas por la eliminación industrias viejas y el empleo que generen las nuevas no alcanzará a compensar.
Es por ello que propuestas como la del Ingreso Básico Universal (IBU) -planteado hace décadas, pero visto inicialmente como una utopía- cada vez tengan más sentido. Surgen preguntas en torno a cómo se va financiar el IBU y a qué se van a dedicar las personas. Y para responderlo hay respuestas diversas. La financiación puede darse a través de reformas fiscales progresivas, como impuestos globales a empresas tecnológicas y financieras, así como impuestos por el uso de bienes públicos globales (agua dulce, atmósfera, minerales…)
Hay ya diversos experimentos que muestran que al recibir el IBU la mayoría de las personas no tienden a la vagancia, sino que ese ingreso les anima a buscar trabajos que les gusta más, algunos se lanzan a emprender y en el caso de las mujeres se observa una elevación de la tasa de fertilidad. Por lo cual se podría pensar que los efectos son positivos.
No obstante, todavía surgen preguntas en torno a quiénes son sujeto de derecho en términos de recibir el IBU. Esto nos ubica en una reflexión sobre una posible ética global en donde las personas puedan recibir estos beneficios, sin importar su nacionalidad, color de piel o religión. Nos obliga a pensar cómo podemos hacer efectivos los Derechos Humanos, pero para todos, no solo para unos cuantos.
La innovación no solo es la invención de nuevos y poderosos artefactos, sino que también aplica a repensar los sistemas educativos, laborales y sociales con miras a construir un mundo más equitativo, justo y sustentable.
Referencias
Oppenheimer, A. (2014). Crear o morir: La esperanza de América Latina y las cinco claves de la innovación. Debate.
Oppenheimer, A. (2018). Sálvese quien pueda: El futuro del trabajo en la era de la automatización. Debate.
Rifkin, J. (2014). La sociedad del coste marginal cero. Paidós.