El pontificado de Francisco I (marzo 2013 – abril 2025) ha marcado una etapa dentro de la historia de la Iglesia católica y dentro de la vida de millones de personas creyentes y no creyentes. Su elección como primer Papa latinoamericano marcó un giro importante con respecto a la tradición centenaria de Papas europeos. Su propuesta de una Iglesia en salida, abierta a todos y en diálogo con el mundo, suscitó adhesiones, pero también resistencias. En este texto trato de exponer el pontificado de Francisco considerando el contexto inicial, algunos de sus signos más significativos, su sensibilidad pastoral y socioecológica, así como su influencia geopolítica. Esperando que sirva para entender los Pontificados con lentes de continuidad y no de disrupción.
1. Contexto eclesial
El Concilio Vaticano II (1962–1965) marcó un verdadero hito en la historia de la Iglesia Católica, proponiendo una apertura hacia el mundo moderno, la participación de los laicos y el diálogo ecuménico e interreligioso. Sin embargo, décadas después, muchas orientaciones delineadas en ese momento habían quedado sin implementarse.
El pontificado de Juan Pablo II (1978–2005) se caracterizó por un fuerte liderazgo carismático y una presencia global significativa. Su rol en el declive del socialismo y su defensa de la doctrina tradicional dejaron una huella profunda. Sin embargo, dejó asuntos pendientes en temas como los escándalos por abusos sexuales y las finanzas vaticanas. Esas tareas las asumió valientemente Benedicto XVI (2005-2013); sin embargo, su edad avanzada y su personalidad le impidieron imponer su autoridad sobre su equipo más cercano, quien más bien le puso numerosas zancadillas en el camino. Y ante semejante situación, con profunda humildad, renunció al ministerio petrino. Abriendo la puerta de renovación con la elección de un nuevo Papa.
2. Elección de Francisco
En el cónclave de abril de 2005, el jesuita Jorge Mario Bergoglio ya había aparecido como un candidato importante: como cardenal de Buenos Aires y referente de la Iglesia latinoamericana, recibió un número notable de votos en las primeras votaciones. Pero Bergoglio apoyó la “candidatura” de Ratzinger.
De regreso en su país, Bergoglio fue electo por dos periodos como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (2005-2011). Además, tuvo una participación estelar en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, reunida en Aparecida, Brasil en 2007. Bergoglio fue elegido presidente de esa asamblea y lideró la redacción del documento final. Allí subrayó la idea de una “Iglesia en salida”, discípula y misionera. Estos planteamientos lo consolidaron como figura capaz de combinar la doctrina católica con un estilo pastoral cercano.
Tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI, se convocó a cónclave y entre las principales figuras destacaban los cardenales Angelo Scola, Peter Turkson, Marc Ouellet, Gianfranco Ravasi, Robert Sarah… y también Jorge Mario Bergoglio.
Se cuenta que, durante Congregaciones generales, Bergoglio habló sobre la necesidad de que una Iglesia no autorreferencial, sino en salida a las periferias. Ese posicionamiento más su reconocida austeridad, cercanía pastoral y su distancia de la Curia romana fueron elementos que lo llevaron a tener los votos necesarios para ser elegido Papa.
3. Primeros pasos
El nuevo sucesor de Pedro eligió el nombre de Francisco, evocando a San Francisco de Asís. Desde sus primeros pasos marcó su pontificado con gestos humildes e insólitos: renunció a vivir en el Palacio Apostólico, vivió en la residencia Santa Marta comiendo con los demás huéspedes, en las ceremonias de Jueves santo lavó los pies a mujeres, reclusos y migrantes… Estos actos concretaban lo que decía en sus discursos: una Iglesia pobre y para los pobres.
En noviembre de 2013, Francisco publicó Evangelii Gaudium, su primera exhortación apostólica, que definió como texto programático de su pontificado. Señalando desafíos del mundo actual y tentaciones de los agentes pastorales, invitó al Pueblo de Dios a anunciar alegremente la Buena noticia de Dios que nos ama a todos y movilizó la orientación hacia los pobres y marginados, a todos aquellos que viven en las periferias geográficas y existenciales.
Junto a estos signos pastorales, Francisco continuó y profundizó las reformas a la Curia comenzadas por Benedicto XVI. Con la ayuda del Consejo de cardenales (C-9) organizó y redefinió varios dicasterios y oficinas vaticanas con el fin de agilizar la gestión eclesial. También impulsó la auditoría a entidades financieras y quitó directivos ligados a irregularidades. Fue destacable también el cargo que confió a laicos y a mujeres en varios puestos de liderazgo dentro de la Curia vaticana, que antes solo habían sido desempeñados por clérigos.
En el tema de los abusos, Francisco creó en 2015 la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, revisó el Código de Derecho Canónico para endurecer las sanciones contra los agresores y finalmente en 2019 eliminó el secreto pontificio en casos de pederastia para favorecer la transparencia.
4. Sensibilidad pastoral, social y ecológica
Francisco insistió en la necesidad de que los pastores tengan “olor a oveja”, es decir, que estén cercanos a su pueblo y compartan sus alegrías y sufrimientos. Este enfoque pastoral lo puso en práctica él mismo con sus numerosas visitas apostólicas a lugares periféricos. En total hizo 47 viajes fuera de Italia donde visitó 66 países; siendo el Papa que más lugares ha visitado después de Juan Pablo II.
Su compromiso social se manifestó en varios encuentros (en 2014, 2015, 2016, 2021 y 2024) con movimientos populares sin necesidad de que tuvieran alguna afiliación cristiana o religiosa. Tierra, trabajo y techo fueron las tres T del pensamiento social de Francisco. En 2016 se publicó el DOCAT (compendio de la Doctrina Social de la Iglesia para jóvenes) y transmitió de forma insistente el deber del cristiano de llevar el Evangelio a todas las realidades temporales, de forma especial invitó ponerlo en práctica a los jóvenes en las Jornadas Mundiales de la Juventud: Río en 2013, Cracovia en 2016, Panamá en 2019 y Lisboa en 2023.
En el año 2015, publicó la encíclica Laudato Si, donde abordó la grave crisis socioecológica y llamó a una conversión ecológica integral para el cuidado de la casa común, resaltando la interconexión entre la defensa del medio ambiente y la justicia social. Al año siguiente se fundó la Plataforma de Acción Laudato Si como iniciativa del Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral.
En el año 2019 escribió una carta a jóvenes economistas y emprendedores a quienes invitó a repensar el sistema económico global desde una mirada ética y sostenible. Más de 3000 personas respondieron a este llamado y después de un par de años de sesiones virtuales, en 2022 se realizó el evento presencial en Asís y en 2024 se instituyó Economía de Francisco como una Fundación pontificia.
Adicionalmente, en 2020, publicó la encíclica «Fratelli Tutti», en la que reflexionó sobre la amistad social como camino para construir un mundo más fraterno, reafirmando la disposición de la Iglesia católica a dialogar con otras denominaciones cristianas, otras religiones y con todas las personas de buena voluntad comprometidas en trabajar por la justicia y la paz.
5. Proyección global y rol geopolítico
Como jefe de Estado del Vaticano, Francisco ejerció un papel activo en la escena global: utilizó la proyección que tiene la Santa Sede para posicionar la voz de la Iglesia católica en foros internacionales. Sus discursos a organismos como Naciones Unidas se centraron en denunciar la injusticia global, la trata de personas, las crisis migratorias y la necesidad de un desarrollo que favorezca a todos y no destruya nuestra casa común.
Recibió a muchos mandatarios en el Vaticano e intervino directamente o indirectamente en la mediación de conflictos internacionales, tales como la guerra civil siria, el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, el conflicto palestino-israelí y también en la guerra Rusia-Ucrania.
En cada crisis internacional, el Papa Francisco manifestó la doctrina católica de la paz y la disposición de la Iglesia católoca para mediar entre las partes. Con la autoridad que representa y con la habilidad de la diplomacia vaticana, logró numerosos acuerdos, sobre los cuales muchas veces no comprendemos todas sus implicaciones.
Por ejemplo, algunos han criticado ferozmente su acercamiento al régimen chino y a líderes musulmanes. Sin embargo, yo lo entiendo desde la lógica de defender a los cristianos -que son minoría en estas regiones- y que muchas veces son excluidos, estigmatizados e incluso perseguidos violentamente. Tengo la certeza de que la postura del diálogo ha salvado y seguirá salvando más vidas que la postura de la confrontación y la imposición que algunos querrían.
Conclusión
Al hacer un balance integral, se puede ver que el pontificado de Francisco sólo se entiende desde la perspectiva de la continuidad, no de la ruptura. Aquellos que querían reformas radicales o aquellos que se las achacaban con solo leer ciertos titulares, no conocen lo que ha significado el Concilio Vaticano II para la vida de la Iglesia y que las reformas continuadas por Francisco estaban precedidas por Benedicto XVI y tenían un respaldo fuerte por el Colegio cardenalicio.
Sin duda su estilo fue muy diferente al de su predecesor: sus gestos cercanos y festivos atrajeron a millones y sus declaraciones fueron magnificadas por los medios, suscitando halagos de unos y suspicacias de otros.
A lo largo de su pontificado, Francisco mostró apertura al diálogo sobre temas delicados como la comunión a personas divorciadas y vueltas a casar, la bendición a parejas del mismo sexo, la ordenación de mujeres o el celibato sacerdotal. Sin embargo, no introdujo cambios doctrinales en ninguno de estos puntos. Su estilo cercano permitió que expresaran las distintas sensibilidades, que algunos temas se despresurizaran y se abriera espacio al discernimiento particular. Su postura doctrinal era muy clara en sus documentos, pero no siempre fue expresada ni entendida así en los medios. Y eso lo podemos aducir al estilo ligero latino y a la mala fe de algunas tanto fuera de la Iglesia como dentro de ella.
Más allá de ciertas expresiones que pudieran gustar menos que a otras, no podemos dudar que Francisco I ha sido un gran don para la Iglesia, quien como Obispo de Roma ha presidido en la caridad la Iglesia universal, mostrando el rostro misericordioso de Dios a todos, cuidando la unidad sin dejar de reconocer las tensiones internas: fue un fiel sucesor de Pedro, que ha confirmado en la fe en Cristo a sus hermanos.
Descanse en paz el Papa Francisco.
¡Que Dios reciba en su santa gloria a su fiel discípulo y misionero!